Un tanatólogo no necesariamente tiene que ser un psicólogo, sin embargo ayuda de mucho que esté preparado en esta profesión y esto porque es necesario entender las etapas de la vida, las emociones, los procesos psicológicos por los que pasamos ante ciertas situaciones, comprender los valores, la crianza, la autogestión emocional como otras cosas que ayudaran ante la elaboración de un duelo.

Como tanatólogo trabajaremos íntimamente en la realidad del doliente y es indispensable permitir la apertura y sobre todo brindar un ambiente de confianza y confidencialidad para explorar aquello de lo que no se ha hablado, de los miedos, la culpa, las dudas y sobre todo hablaremos del significado y los cambios de estos.

No es un proceso inmediato; es decir que nos llevará tiempo y esto es porque cada uno de nosotros necesitamos un tiempo distinto para elaborar la pérdida de nuestro ser amado o nuestra salud o la vida misma. También caminaremos por etapas del duelo que si bien no respetan una ley o un orden en su mayoría de los casos se presentan como negación, ira, negociación, tristeza y aceptación. Aunque en esta última es importante mencionar que el tanatólogo no tiene la misión de ayudar a olvidar si no de ayudar a transitar y elaborar estrategias que ayuden a afrontar el día a día en una nueva etapa de la vida.